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Escrito por Roberto Delgado, el prosecretario de la redaccion, el articulo se titula "La utilidad del arte" y no deja de ser una Opinion, segmentada y parcial, como todas las opiniones, asi como la mia que escribo a continuacion.
Me parecio un esfuerzo innecesario, tener que suscribirme a las listas del sitio del diario, para poder dejar un comentario sobre el articulo. Y luego pense que no era el lugar mas afortunado donde reponder.
Este articulo ( http://www.lagaceta.com.ar
Me refiero a este articulo como vergonzosa pantomima, ya que a traves de "mimicas" el autor pretende desviar la atencion, y los juegos retoricos que utiliza estan mas cerca del arte que del periodismo.
Sobre la cuestion de la "Utilidad del arte" y la pregunta cretina con la que finaliza el articulo (¿Será porque aún no se tiene claro cuál es la utilidad del arte?) solo agrego, como dije antes, que se trata de intentos de llevar la discusion al plano ontologico del arte, sembrando una duda donde no la hay.
Y que mayor "utilidad" tiene el Arte, que la que el funcionario Guzman hace de ella... El arte le sirve para llenarse la boca y los bolsillos, hablando sobre su gestion y el fomento a la cultura en los programas de las 7 de la mañana.
Para terminar les dejo un pasaje de Galeano que me gusta mucho y se titula
"El precio del arte"
Europa había tenido la gentileza de civilizar el África negra. Le había roto el mapa y se había tragado sus pedazos; le había robado el oro, el marfil y los diamantes; le había arrancado a sus hijos más fuertes y los había vendido en los mercados de esclavos.
Para completar la educación de los negros, Europa les obsequió numerosas invasiones militares de castigo y escarmiento.
A fines del siglo diecinueve, los soldados británicos llevaron a cabo, en el reino de Benín, una de esas operaciones pedagógicas. Después de la carnicería, y antes del incendio, se llevaron el botín. Era la mayor colección de arte africano jamás reunida: una enorme cantidad de máscaras, esculturas y tallas arrancadas de los santuarios que les daban vida y amparo.
Esas obras venían de mil años de historia. Su perturbadora belleza despertó, en Londres, alguna curiosidad y ninguna admiración. Los frutos del zoológico africano sólo interesaban a los coleccionistas excéntricos y a los museos dedicados a las costumbres primitivas. Pero cuando la reina Victoria mandó el botín a remate, el dinero alcanzó para pagar todos los gastos de su expedición militar.
El arte de Benín financió, así, la devastación del reino donde ese arte había nacido y sido.